13 ago 2012

Sistemas organizados por traumas sexuales



Sistemas organizados por traumas sexuales
Por Miguel Angel Pichardo Reyes

La gran mayoría de los estudios e investigaciones sobre abuso sexual infantil coinciden en que éste tiene como escenario, en un alto porcentaje, el ámbito familiar. Sabemos de los otros escenarios: escuela, guarderías, iglesias, casas de amistades, desconocidos, etc. Sin embargo nuestra definición se ciñe al campo de lo familiar, pues este tendrá consecuencias más graves por la cercanía y perversión de los vínculos filiales.

Como vimos en el apartado anterior, existe un proceso traumatogénico caracterizado por una secuencia de etapas y fases, sin embargo, es posible rastrear una herencia transgeneracional del abuso sexual, herencia que organizará los sistemas familiares en torno al silencio, el secreto, el olvido y la repetición traumática no elaborada.

Este tipo de sistemas forman parte de la vulnerabilidad pretraumática, pues en estas familias es factible identificar diversas formas de abuso: adicciones, maltrato físico, violencia psicológica, invasiones a la privacidad, actitudes despreciativas e indiferentes, etc. De esta forma, el abuso prevalece como una forma de organización interna en la cual se inscribe el abuso sexual como otra expresión del sistema.

Tenemos dos aspectos de los sistemas familiares abusivos, el primero corresponde a su transmisión transgeneracional, y el segundo a la lógica abusiva del sistema familiar presente. Uno como antecedente y el otro como realidad presente. Una trabajo preventivo podría identificar estos dos aspectos de los sistemas abusivos, propiciando una labor de protección a los niños y niñas, así como a la metabolización sistémica de la herencia transgeneracional, así como cambios en la dinámica y estructura actual de la familia.

Cuando existen antecedentes de abusos sexuales en la familia, sean estos incestuosos o no, supone un factor de riesgo, pues es posible que este evento no haya sido elaborado y continúo transmitiendo a través de códigos familiares locales, como rituales, secretos, enfermedades, u otras “curiosidades” familiares. En estos casos el riego es relativo, sin embargo el nivel de riesgo se eleva cuando ya identificamos dinámicas abusiva en la familia actual, pues este tipo de sistemas supone la perversión de los vínculos filiales, ya sean los verticales madre-hijos-padre, ya sean los horizontales entre hermanos, y esto sin excluir otros vínculos familiares secundarios o amistades.

Los abusos sexuales incestuosos dejan una impronta sexual que se convertirá en una especie de centro organizador de los vínculos, ya sea desexualizando los vínculos o hipersexualizándolos, o la paradoja que supone una desexualización que mantiene una sexualización omnipresente por el hecho mismo de eludirla. Esto puede dar lugar a familias obsesivas, rígidas y desexualizadas, o a familiar desorganizadas, hipersexualizadas y permisivas. Tanto en una como en otra, presenciamos dos polos de organización defensiva sistémica frente a la angustia del abuso sexual incestuoso.

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